Es posible que en tu entorno hayas conocido a alguien —o incluso tú mismo lo hayas sentido en algún momento— que parece vivir eternamente en la adolescencia. Evita compromisos, no tolera responsabilidades y prefiere enfocarse solo en lo placentero. Esta conducta no es solo una fase pasajera: puede tratarse del llamado Síndrome de Peter Pan.
¿Revisas el móvil apenas te despiertas? ¿Sientes ansiedad si pasas mucho tiempo sin mirar tus redes sociales? ¿Tienes la sensación de que te estás perdiendo algo importante si no estás conectado? Si te identificas con estas preguntas, es posible que estés experimentando lo que hoy se conoce como FOMO, un fenómeno psicológico cada vez más común en la era digital.
FOMO, por sus siglas en inglés (Fear Of Missing Out), significa miedo a quedarse fuera. Es esa necesidad constante de estar conectado para no perderse de nada. Redes sociales, videojuegos en línea, transmisiones en vivo… todo se convierte en parte de una rutina que, lejos de conectar, puede desconectarte de ti mismo y de tu entorno.
FOMO no es solo una moda o una costumbre moderna. Es un fenómeno real que genera malestar emocional. Quien lo padece siente ansiedad, inquietud o incluso angustia ante la posibilidad de no participar en lo que los demás están haciendo o compartiendo en internet.
Este miedo se manifiesta con comportamientos como:
Con el tiempo, este patrón puede convertirse en una dependencia digital, afectando el sueño, el trabajo, las relaciones y la autoestima.
Para muchas personas hispanohablantes que se han mudado a otro país, las plataformas digitales funcionan como una vía de conexión con lo familiar. Videollamadas, redes sociales y juegos online parecen acortar la distancia.
Sin embargo, cuando la conexión se convierte en una necesidad urgente e incontrolable, puede alejar a la persona de su presente real. Las redes sociales ocupan el tiempo y la atención, mientras los vínculos reales se debilitan y la percepción de uno mismo se distorsiona.
Aunque el teléfono móvil, las redes sociales o los videojuegos no son dañinos por sí solos, su uso excesivo o inadecuado puede tener consecuencias negativas sobre la salud mental.
Estas son algunas señales de alerta:
Si te identificas con varios de estos puntos, es un buen momento para reflexionar sobre tu relación con el entorno digital.
La buena noticia es que sí se puede retomar el control y establecer un equilibrio saludable con la tecnología. Aquí algunas recomendaciones:
Estar conectado no debería significar perderte de ti mismo. Estamos aquí para acompañarte en el proceso de reconexión con lo que realmente importa: tu bienestar.
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